domingo, 9 de junio de 2013

Capítulo 5.



La droga.

Es como una adicción, es algo que empizas pero que no se sabe cuando acaba.

Abrí la puerta sin temor alguno, esperando lo peor.

-Hola princesa.-al oír su voz todo se tornó placentero, los problemas desaparecieron y lo abracé como si fuera la única persona que existiera, cerré los ojos olvidándome de todo y tras un largo rato allí, en la puerta de mi casa, abrazados, me alejé un poco de él y me fijé en que tenía magulladuras en el rostro.

-David. ¿qué te ha pasado?



Después de curarle, nos subimos a mi habitación y allí me contó lo que le había pasado.

-Tus padres, antes de irse entraron en la habitación y yo me escondí debajo de la cama, no sabía que pasaba hasta que oí que tu madre le decía a tu padre “no le encuentro la vena” entonces saqué un poco la cabeza y vi cómo te inyectaban algo con una aguja, poco después se fueron a trabajar y dejaron a un chico latino entrar en la casa y le dijeron “todo a su tiempo, aún no está lista.” El chico le preguntó a tu padre “ ¿Le inyectáis la dosis cada noche y  se la disolvéis en la comida?” me quedé atónito escuchando todo esto...-estuvimos en silencio.

Nada de esto podía estar pasando realmente, pero así era.

-¿Quién te hizo esto?

-El chico ese.-dijo david.- Un tal Lucas. Ahora tengo que irme, no me volverás a ver.

-¿Cómo?

-Después de lo sucedido hemos adelantado nuestro viaje a paris.

-¿Ahora?

-Me encantaría quedarme para ayudarte, pero a mi madre no le gusta la idea.

-Lo comprendo, yo también prefiero que te vayas.-dije con una media sonrisa.



Lo vi marcharse, vi cómo se iba con paso firme, de mi casa y de mi vida, vi como desaparecía y cómo su ausencia se hacía más y más grande en mí, pero no era el momento para dramatizar ni para sentimentalismos, era el momento de investigar y ver hasta qué punto la gente es cómo dice ser y cuándo siente que no debe hacer lo que está haciendo. Supongo que hay un por qué para todo y un por qué no.



Salí de mi casa cómo alma que lleva el diablo y me dirigí hacia la casa de Dulce, allí su hermano me abrió la puerta.

-¿Qué pasa? Entra.-eso hice con firmeza y segura de mis pasos y esperando con seguridad lo qué estaría por pasar- Dulce está en la habitación con un chaval. Puedes esperar aquí, siéntate.

Me senté en el sofá y al momento salió Lucas de la cocina, lo miré de arriba a abajo con superioridad y después desvié la mirada, él se sentó a mi lado y me miró fijamente, mientras yo dirigía mi mirada a la ventana.

-¿Quieres tomar algo?-me preguntó Josh.

-No, gracias -dije mientras le sonreía.

-Una birrita.-dijo lucas. Y Josh se perdió en la cocina.

-¿Has venido a buscarme?- me preguntó Lucas.

-¿De verdad tengo que contestar a esa pregunta? -dije con indiferencia.

-Creo que eres demasiado borde -dijo serio.

-La vida me ha enseñado que debo serlo -dije mientras le miraba, él me apartó un mechón de la cara y me lo puso detrás de la oreja.

-Se oyen rumores de ti, muchos y como no sé cuáles son verdad y cuáles son mentira, no puedo opinar, pero prefiero ver cómo eres por mí mismo -le sonreí porque no pude evitarlo, pero agrandé mi sonrisa cuando él también me sonrió, tenía los labios más bonitos que jamás había visto, me tuve que contener para no besarle, porque tenía algo que me llamaba, un calor, un fuego interno que me hacía querer demostrarle lo dulce que podía llegar a ser.

Como sacándome de mi mundo, Dulce salió de la habitación con el pelo alborotado.

-Hola preciosa.-dijo dándome dos besos -mira, estoy totalmente impresentable -dijo sonriendo - ¿Por qué no te vas con lucas a su casa y me esperas allí? Es que tengo que arreglar unos asuntillos.

-Perfecto -dijo Lucas poniéndose en pie y a mí cómo me daba igual me levanté.
Aunque ciertamente no me daba igual, pero si mis padres se enteraran de todo esto les daría un patatús, y una parte de mi se estaba volviendo rebelde por el simple placer de hacer algo que no les gustara, ¿Y por qué? Porque ya no sabía en que crear

-La birra -dijo Josh, y cuando Lucas fue a cogerla, yo la cogí en su lugar, y me dirigí a la puerta de salida.

-Oye, morena. oí que decía Lucas con voz cachonda mientras me seguía.-la birra es mía.

-Vamos a hacer una cosa. ¿vale?-le dije -me dejas conducir la moto y te doy la birra.

-¿La moto?-dijo echándose a reír.- ¡ni loco!

-Pues vale.-dije mientras comenzaba a beber. Yo nunca había bebido nada que no fuera champán o tinto de verano.

Sentí sus manos sobre mi cintura.

-No bebas tan rápido -me susurró.

Paré y eché mi espalda sobre su pecho, cerré los ojos y me quedé así, mientras él me besaba el cuello con dulzura.

Si mi madre me hubiera visto me hubiera matado, pero me daba igual quién me viera.

-¿Vamos? - pregunté y le tendí la mitad de la birra, él se la bebió más rápido que yo, luego se montó en la moto y yo me agarré a su cintura, volví a cerrar los ojos, y sentí cómo el aire nos zarandeaba con dulzura y sentí cómo me sentía segura entre lo inseguro.



Subimos las escaleras de su bloque y nos sentamos en el salón en silencio, cada uno en una punta del sofá.

Se acercó apresuradamente a mí y me abrazó, me empezó a besar el cuello mientras me acariciaba la espalda y comenzaba a bajar...

llamaron a la puerta.

“¡Salvados por la campana!”-pensé con una sonrisa.

Oí cómo lucas decía algo a quién estaba allí, no era nadie que yo conociera y cómo tardaron un poquillo, pues cerré los ojos y me eché hacia atrás haciéndome la dormida.



Cerró la puerta.

Sentí como me acariciaba la mejilla y me besaba en la comisura, luego me cogió en brazos, nuestras bocas están muy cerca mientras él me llevaba hasta una habitación, no se percató de que mis ojos estaban entornados.

Me tumbó sobre su cama y me quitó los zapatos, sentí como se tumbaba y echaba su aliento sobre mis labios.

Le sonó el teléfono.

-¿Diga?-dijo mientras se incorporaba lo que me permitió observar que hacía.-Sí, está conmigo. No te preocupes, no sospecha nada. Dormida. Poco a poco, es una chica difícil. Vale. Cuando la tenga en el bolsillo te aviso. Sí. Adiós.-hubo un muy largo silencio en el que él permanecía con la cabeza sobre la puerta.- ¿Por qué? ¿Por qué entre un millón de tías qué van detrás de mí me tienes qué gustar tú qué me tratas con indiferencia? Sería tan fácil hacerte daño ahora mismo, pero no puedo... – soltó una triste carcajada.

Se tumbó a mi lado, al cabo de unos veinte minutos abrí los ojos y él estaba dormido.

Me incorporé y vi por el espejo qué él me miraba y cuando me giré ya estaba otra vez con los ojos cerrados, me volví a echar hacia atrás y me acerqué un poquito más a él, miré sus labios con descaro, deseando besarlo, creo que mi lujuria se podía a apreciar fácilmente. Suspiré y observé cómo él abría los ojos poco a poco.

-Buenas -me dijo.

Acercó su cara a la mía y fue directo a besarme.

No supe qué hacer, tenía poco tiempo para una muy importante decisión así que hice lo qué era habitual en mí, fastidiar el momento y echándolo todo a perder, pero no me dio tiempo. Mi teléfono sonó. Número oculto.

-¿Diga?-contesté.

-Porque entre un millón de flores te eligió a ti.-y colgaron.

 -¿Quién era?-preguntó Lucas.

-No lo sé, han colgado -dije sonriendo. Se empezó a acercar a mí otra vez, con el mismo propósito que la vez anterior - Siento estropear el momento -dije con una media sonrisa -Pero tengo la boca seca.

Él se echó a reír y ambos nos dirigimos a la cocina.

Quizás no era seguro estar con él, pero me gustaba cuando nos picábamos, quizás me matara, pero tenía más que claro que primero tenía que ver qué me tenía en su bolsillo, hasta entonces simplemente tenía que pensar en un plan.

Sabía que no era seguro ir a solas con él a ningún lado, pero ni si quiera era comer en mi casa, ni si quiera dormir en ella era seguro, así que tenía bastantes cosas en las que pensar, antes de hacerme la enamorada.

Tocaba ser cañera con el chico, aunque la verdad se lo estaba currando.



11º “porque entre un millón de flores, te eligió a ti”.



Entré en el despacho de mi padre. Estaba sentado en la silla con las gafas, me miró con ojos felices.

-¿Qué necesitas cariño?

-Papá, he pensado qué cómo David se ha ido a parís, yo podría empezar a trabajar para ahorrar y dentro de unos fines de semana ir a darle una sorpresa. ¿qué te parece?

-Me parece muy buena idea.,¿y en qué has pensado trabajar?

 -No sé, pero me mueve la curiosidad tu empresa, compráis almacenes y los vendéis al mejor postor...-dejé la frase inacabada.

-umm... entiendo. ¿Te apetecería venir mañana por la mañana a tomar notas? Algo así cómo mis manos y mis oídos.

-Pero por la mañana tengo instituto, papá.

-Mamá no tiene por qué enterarse -dijo con una sonrisa maliciosa.

-¡Vale!-dije con todo el entusiasmo que pude fingir- ¿Tengo que ir arreglada, verdad?-él asintió y yo me fui dando saltos de felicidad a mi habitación.



Cinco en punto de la mañana. Yo ya estaba en pie, metida en la ducha y oyendo la grabación  de esta noche en mi habitación, cómo había supuesto no les había dado tiempo a inyectarme nada me había levantado demasiado temprano.



Me puse unos pitillos negros y un top formal blanco, con unos tacones, el pelo suelto con espuma para que se definan los rizos, maquillaje y el rabillo del ojo.

Cuando mi padre se levantó se encontró con que yo estaba en la mesa del salón organizando mi carpeta y lo recibí con una amplia sonrisa.

2 comentarios:

  1. ¡No, David! Y ya veo que Dulce sí tiene que ver con toda esta conspiración... Más le vale a Nat estar fingiendo, porque sino, no veo cómo podría salir con un tipo tan... imbécil, para ser bien suave.
    Quiero matar a alguien, hasta los padres resultaron ser unos hijos de puta...
    Tu historia me pone nerviosa xD. Eso demuestra que es buena :).
    Una cosa, ¿podrías desactivar la comprobación de palabras para los comentarios? Se hace yendo a configuraciones. Digo, haría más fácil comentar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias ! (:
      Y lo de la configuración cuando tenga un ratito lo miro porque a mi me cuesta mucho hasta que salga la misma letra en los capítulos, así que cuando tenga un momento lo miro ! (:
      Un besito ! (:

      Eliminar