domingo, 23 de junio de 2013

Salvador.



Salvador.

De Origen Latín. El que vino a salvar a los hombres

Natalia

 -¿Cómo está?-pregunté a los doctores.  
-Sigue en shock.



-¡Bah! A mi josh me da igual. ¿Ella cómo está?



 -Su estado es crítico, pero hasta mañana no sabremos nada con certeza.



-¿Se va a morir?-pregunté a media voz.



El médico me miró y al principio sentí que me quería fulminar con la mirada y después mostró compasión.



-Aún no lo sabemos -dijo mientras daba la vuelta.



Volví a romper en llanto.




Dulce.

-¿Aún no estoy muerta?-pregunté.



-Antes debemos juzgar si debes o no.



-¿Cómo? No lo entiendo.



-Por favor. No atosigues a preguntas, por favor. Sígueme.



Me percaté que llevaba la misma ropa que la tarde que conocía a Natalia, y comencé a andar detrás del “Ángel”.






Natalia.



Al principio luchaba contra quedarme dormida pero al final cedí y entre los brazos de Lucas me dejé llevar y cerré los ojos.



Cuando los abrí solo había pasado una hora desde que los había cerrado por última vez.



Giré mi cabeza para verle la cara y tenía los ojos abiertos, me sonrió.



-Estoy aquí.-me susurró, yo me volví a apoyar en su pecho y cerré los ojos.




Dulce.




Estaba en una especie de despacho y me senté en frente de un hombre que vestía azul cielo, aquel ambiente transmitía paz y tranquilidad.



-Dulce, yo soy salvador.



-Encantada -dije con una sonrisa.



-¿Me puedes explicar por qué has llegado a este extremo?



-¿Al de suicidarme?-él asintió.-Pues porque ya nada tenía sentido. ¿Para qué vivir una vida si a nadie le importa qué lo hagas?



-¿De verdad piensas eso? ¿Qué no le importas a nadie?-asentí y la sonrisa que desde el principio había ocupado mi cara se esfumó.



-Quiero que veas una cosa -dijo.



En mi taza de agua empezó a moverse un remolino y poco a poco se fue visualizando.



-Esto es lo que te ha pasado cuando te encontraron.



Vi como Natalia se adentraba en mi habitación, como su mirada se colmaba de tristeza y como Josh entraba en shock.



-Esto es lo que ha pasado en el hospital.



Seguí observando cómo la taza me mostraba cómo era la gente mientras mi cuerpo estaba en una habitación del hospital y mi alma vagaba por quién sabe dónde.






sábado, 22 de junio de 2013

La muerte.

La muerte.

La muerte está tan segura de ganar que nos da toda una vida de ventaja.

Dulce.

La vida no tiene sentido.

Natalia.


Fue la primera vez que vi a David y me ocupé de que no fuera la última.
Me monté en el descapotable y recosté mi cabeza en el sillón.
Oí el sonido del teléfono, era un mensaje.

¿Qué tal te va todo? ¿Has descubierto algo de tus padres? A mí las cosas me van bien.

París es muy bonito y cada vez que hablo con alguien me acuerdo de tus clases de francés. Te echo de menos.

David.”

Sonreí, se acordaba de mí como yo de él.
Lo extrañaba tanto y fue, es y espero que siga siendo mi mejor amigo. Siempre me había hecho sentirme bien conmigo misma, él me había enseñado a hacerme respetar, a decir lo que pensaba sin titubear, a contestar con desdén y arrogancia, él era la única persona que me había apoyado en todo diciéndome los pros y los contras, él sabía ser frío conmigo sin hacerme daño.

Pues no he descubierto mucho, pero estoy en ello… ¿Te acuerdas de Lucas? Pues estoy intentando averiguar que está tramando.

Te extraño todas las mañanas, por las tardes e incluso por las noches.

Si vienes por aquí, no dudes en llamarme por favor. Te quiero.

Natalia.”

Pulsé enviar y sonreí para mí misma.
Aunque lo extrañara sabía que lo mejor era que estuviera lejos y que no estuviera metido en nada de esto.

Dulce.


Adiós. 
Debo ser valiente y no titubear sobre lo que voy a hacer.

 Natalia.


Empecé a conducir en dirección a la casa de Lucas pero en la rotonda di media vuelta y fui a la casa de Dulce.

Josh me abrió la puerta.
-Me voy a acostumbrar a verte aquí -dijo con una sonrisa.
-A lo mejor. ¿Está tu hermana?-señaló con un dedo la habitación de Dulce y se perdió en la cocina.
Cuando ya tenía la mano levantada para llamar a la puerta oí la voz de Josh.
-Mi hermana vale más de cien euros. Lo menos quinientos. Trato echo.
El alma se me cayó a los pies.
¿su hermano le estaba amargando la vida?

Dulce.


Tres, dos, uno…

Natalia.


Llamé a la puerta.





Dulce.

Ya… y bajé los pies.

Natalia.


Nadie respondió y oí como una caída. Intenté abrir la puerta pero estaba atascada. 


Dulce.


Adiós.

Natalia.


-¡Josh, abre!-Josh salió corriendo de la cocina y a base de patadas echó las puerta abajo.

Lo primero que vi fue la silla en el suelo, temí levantar la mirada y cuando la vi ahorcada mi pulso se aceleró como si estuviera en una carrera.
Corrí hasta la cocina, cogí un cuchillo y corté la cuerda, el cuerpo de Dulce cayó al suelo en picado.
Apoyé mi cabeza en su pecho para ver si aún latía su corazón y cómo no oía nada empecé a hacerle los primeros auxilios.
-Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. Josh llama a una ambulancia.
-Se ha suicidado...-lo que me faltaba, Josh estaba en shock.
Cogí mi teléfono y marqué mientras seguía intentando reanimarla.


Dulce.


Me sentía ligera, ya nada ni nadie me podía controlar, ya nada podía impedirme ser feliz, ya nadie me obligaría a hacer aquello que no quería hacer.

Me sentí elevada.
-hola.-me dijo una voz de un ángel.
-hola.-le contesté.
-¿qué harás ahora?-me preguntó.
-¿qué haré? Pues morir en paz.-dije como si fuera lo más normal del mundo y él enarcó una ceja.


 

Natalia.

Me subí a la ambulancia y vi como intentaban reanimarla sin ningún éxito.

Cuando llegamos al hospital me quedé en la sala de espera y vi cómo iban llegando los colegas de Dulce.
Lucas se acercó a mí.
-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?-tenía los ojos empañados en lágrimas, Lucas me secó las lágrimas y me abrazó, yo volví a llorar, pero esta vez, en sus brazos, no me sentía tan sola.


Dulce.

-¿Morir en paz?-me preguntó.- ¿De verdad crees que esto es tan fácil? 
Me quedé pillada. ¿qué podía decir? No entendía nada. Acaso…¿no estaba muerta?

Capítulo 7 (Parte 3)



Dulce.

Nada de lo que me pasaba se lo podía contar a nadie, y menos a ella. Algo le iba a pasar, pero no sabía con seguridad el qué.
Puede que ella lo supiera porque yo se lo notaba en su mirada, pero no podía ayudarla.
Todo era demasiado complejo y a la vez simple. Podía ir a la policía y denunciar a mi “familia” pero sabía que no podía, porque la justicia era una mierda y los dejarían en libertad y en cuanto salieran de la cárcel irían a por mí sin ningún miramiento y eso ya me lo había demostrado.
Como siempre Natalia tan inocente me preguntó:
- ¿Con qué tiene que ver lo que te pasa?
-Con la vida -contesté sin despegar mi cabeza de su hombro.
-Puede que creas que las personas en las que confías te han mentido y que a los que de verdad les importas se hayan ido. Puede que veas que todo a tu alrededor es mentira o que todo el mundo quiere algo de ti. Puede que pienses que nada de lo que te rodea es realmente para ti, pero habrá alguien que te valore y te enseñe a valorarte. Porque ese es tu problema, que no sabes lo que realmente vales -lo dijo tan segura que casi me lo creí, pero aquella noche volvió a mi mente.
-Realmente… no le importo a nadie -aseguré.
-A mí sí me importas -dijo triste.
-Pues no debería y si me dejas que te de un consejo, -dije mientras le miraba fijamente -no te acerques a mi gente, quieren algo de ti, nunca habían admitido a alguien que no fuera latino, así que es raro, muy raro. Por favor, prométeme que no confiarás en nadie ciegamente y no harás nada que realmente tú no desees hacer.-hubo un pequeño silencio-Prométemelo.
-Te lo prometo -dijo agachando la cabeza.
Y me fui dejándola allí. ¿A dónde me dirigía? Ni si quiera yo lo sabía…

Natalia.

No debo confiar en nadie, y no hacer nada que realmente deseé.
Esta chica es la única que me ha demostrado lo que sabe y no se lo ha pensado dos veces antes de hacerlo.
Pero algo no iba bien, sentía que Dulce había intentado que esto pareciera que era una despedida y si ella se iba. ¿Quién me quedaría?
Me senté en el columpio y empecé a balancearme, recordando aquella noche que al principio parecía que era como otra cualquiera.

-Déjame balancearte -me dijo raúl, mi mejor amigo.
-¿Y por qué no te montas en el columpio?
-Porque estoy muy gordo -me quedé mirando sus ojos verdes fijamente y sacudí la cabeza.
-Eres tonto, enserio -dije con una sonrisa.
Y él empezó a balancearme en el columpio.

Dulce.

 Solo hay una cosa que si haces no se puede volver atrás para cambiarla.




 Natalia.

Paró el columpio con sus brazos y me cogió de la cintura. Empezó a besarme en el cuello.
-Raúl, -dije, - eres mi amigo, nada más -pero sus labios siguieron y sus brazos me asfixiaban - ¡suéltame!
-No grites -dijo mientras me tiraba al suelo.
Me sujetó los brazos y yo mientras me sentía afligida y herida, aparte de la cantidad de golpes que me estaba asestando.
Vi como la cabeza de Raúl se desequilibraba hacia un lado.
-¿Estás bien?-me preguntó un chico al que yo no conocía y me tendió la mano para ayudarme a ponerme en pie -Me llamo David.
El chico empezó a pegar a Raúl.
-Como yo te vea cerca de ella, no respondo ante mis actos -fue lo único que dijo el chico al que acababa de conocer.
-Gracias -dije con una media sonrisa.
-¿Te llevo a casa?
-Te lo agradecería.